El dinero fiduciario es el término utilizado para referirse al dinero constituido por billetes y monedas válidos en circulación en un país determinado. Su valor se basa en la confianza de sus usuarios y no en el coste de su fabricación.
Por ejemplo, un billete de cien tiene un valor de cien, no por los costes asociados a su fabricación, sino porque sus usuarios lo ven como un billete de 100 que les permite adquirir un producto o servicio del mismo valor.
Dinero fiduciario
La moneda fiduciaria es un instrumento de pago que se utiliza a diario. Sobre todo, hay que señalar que ha existido desde que se creó la moneda (es tan antigua como las transacciones que implican el pago de una determinada contraprestación para obtener un determinado producto). Su valor jurídico está garantizado por el Estado y los usuarios creen en él: todo es cuestión de confianza.
La moneda incluye monedas y billetes que circulan en un país. También se incluyen las cuentas de depósito (y, por lo tanto, los cheques asociados). El valor del medio (papel u otro) no se tiene en cuenta en absoluto. Con el tiempo, la confianza se ha fortalecido y la moneda de referencia ha desaparecido. Ahora, los usuarios tienen plena confianza en el número que está escrito en una moneda. Hoy en día, la mayoría de las monedas del mundo son monedas fiduciarias.
Bretton Woods
En cuanto al dinero fiduciario, no podemos dejar de mencionar a Bretton Woods, que marcó un verdadero punto de inflexión en la historia del dinero fiduciario. Como se mencionó anteriormente, este tipo de moneda casi siempre se ha utilizado, pero bajo condiciones diferentes. Todo cambió en 1944 con la famosa conferencia de Bretton Woods.
El patrón oro
En primer lugar, hay que recordar que antes de 1914 se hablaba del patrón oro. Fue sobre esta referencia que se basó la mayoría de las monedas del mundo. A continuación, el patrón oro contribuyó de manera significativa al desarrollo del comercio internacional, lo que podría lograrse con la confianza de los operadores interesados. Pero la Primera Guerra Mundial, y luego la crisis bursátil de 1929, cambiaron la situación. En particular, se había vuelto difícil preservar suficientes reservas de oro para distribuir moneda. Esta situación era particularmente inextricable para los países con una balanza comercial negativa, como los Estados Unidos. En efecto, es necesario subrayar el impacto de la importación: la moneda abandona el país y por lo tanto el oro también.
Se establece el poder del dólar
Al regresar a la conferencia de Bretton Woods en 1944, condujo al establecimiento de un sistema económico centrado en el dólar. Esta última se convierte entonces en la única moneda que se puede cambiar por oro. En cuanto a las otras monedas, heredan el carácter «fiduciario» al ser convertibles en billetes verdes. A partir de ese momento, el dólar sustituyó al oro como moneda de referencia.
No fue sino hasta 1971 que se produjo otro levantamiento. El presidente Nixon decide suspender la posibilidad de convertir el dólar en oro. Así es como la mayoría de las monedas del mundo se convierten en fiduciarias.
El oro ya no es la referencia
Con la llegada de la moneda, el oro ya no es la referencia. Como recordatorio, en el pasado, cualquier moneda que no estuviera hecha de un metal valioso podía ser cambiada por oro. En ese momento, un billete de banco era más como un reconocimiento de deuda. Este «documento» puede ser convertido en oro en cualquier momento según las necesidades de su propietario. De este modo, se obtiene cierta confianza en el billete en cuestión.
Criterio de referencia
Hoy en día, esta confianza todavía existe, pero ya no es posible comerciar con oro. Y luego nos acostumbramos a los cuerpos que emitían la moneda en cuestión, que no es otra cosa que la moneda de los billetes.
Cuando se trata de dinero fiduciario, la confianza es esencial: el usuario cree en ella. Cuando tiene un billete de 1000 $ en la mano, sabe que puede utilizarlo para adquirir un producto o servicio que vale exactamente ese precio.
Tenga en cuenta que si el valor nominal de la moneda sigue siendo el mismo, su valor de cambio puede fluctuar. Para evitar este efecto negativo, el Estado debe tomar diversas medidas. En particular, la moneda difundida no debe superar todos sus recursos. De ser así, se teme una disminución del valor de cambio y puede producirse una inflación. Más concretamente, esto se traduce en una disminución del poder adquisitivo de los usuarios.
El Estado como garante
Para que los usuarios tengan plena confianza en la moneda y para que ésta desempeñe su papel como instrumento de cambio, es necesario que la entidad garantice su valor. Es principalmente el Estado, pero no sólo el Estado. También contribuyen otras autoridades, como el banco central, la ciudad o grupos de comerciantes.
Debido a las particularidades del dinero fiduciario, debe hacerse una distinción entre moneda de curso legal y moneda de curso forzado. Por un lado, es imposible rechazar una moneda fiduciaria. Por otra parte, siguen existiendo limitaciones que deben respetarse cuando se desmantela su apoyo y, por lo tanto, la moneda no se presenta en forma de monedas o billetes de banco. En última instancia, debe tenerse en cuenta que el dinero fiduciario es parte integrante de un todo llamado oferta monetaria.
Oferta Monetaria
La oferta monetaria incluye varios otros instrumentos de pago, incluido el dinero electrónico. En primer lugar, cabe destacar que la aparición de la moneda ha resuelto muchos problemas prácticos. La existencia de diferentes tipos de monedas (monedas y billetes) reduce la congestión.
Ventajas
Luego está la confidencialidad y el anonimato. Cada moneda y cada billete pueden cambiar de propietario sin restricciones, y esto sin cambiar de valor. No ocurre lo mismo con otros medios de pago «al portador», es decir, que no pueden pertenecer a la persona cuyo nombre figura en el medio de pago en cuestión: se trata de un sistema nominativo y que muy a menudo implica la imposibilidad de transferir el importe en cuestión a una tercera persona.
Devaluación
Por el lado de la frontera, existe en primer lugar el riesgo de devaluación de la moneda, dependiendo de las condiciones económicas y políticas. También hay que señalar que todavía es posible que la moneda sea sustituida por nuevas ediciones, por no hablar de los riesgos físicos: pérdida, robo o incendio.
Por último, cabe destacar que la posesión y el uso de billetes y monedas pueden estar sujetos a normas específicas según los países, siendo el objetivo más frecuente la lucha contra el blanqueo de capitales.